Sin cabeza


Cuando la mujer del Señor Juárez le contó que se fugaba con otro, al escucharla su cabeza salio disparada de su cuello hacia el cielo como un cohete de propulsión atómica. Fue durante un paseo por el parque, el Señor Juárez al igual que su mujer tenia también un secreto, su cuerpo estaba lleno de pájaros enjaulados que en ese momento salieron volando por toda la ciudad. El Señor Juárez movía las manos como no sabiendo muy bien que pasaba. Una abuela muy amable que había seguido toda la escena, viendo que la mujer del Señor Juárez se alejaba impasible, sin ningún interés por ayudarle. Busco por todo el parque hasta que dio con la cabeza compungida del Señor Juárez, sus ojos estaban llorosos, pero ella la tomo en sus manos con cariño y le hablo con dulzura..

- Es mejor así, que se vaya, usted ahora podrá hacer muchas otras cosas.-

Cuando llego a donde estaba el resto del cuerpo, tomo una de las manos y sobre ella poso la cabeza, le repaso el peinado y se despidió cortes. El Señor Juárez ese día se fue a dar el paseo mas largo de su vida, pero como era un hombre responsable a las cinco de la madrugada estaba de vuelta en su panadería trabajando, de repente le encontró muchas utilidades a esto de tener la cabeza y el cuerpo con tanta independencia el uno del otro. A partir de ese momento cuando esta atendiendo colocaba la cabeza en un estante desde el cual pueda controlarlo todo. Y cuando paseaba contento hace volar a su cabeza de una mano a otra, de hecho a aprendido a mover las orejas y parece que fueran pequeñas alas.

Un dia...


Un DIA te contare lo que se de los días, esos señores largos y con prisa. A veces grises y a veces llenos de flores. Los días amorosos espacios de tiempo detenido o los días terribles como vendavales de un ciclón.

Autoretrato


Y un día vendré a preguntarte que recuerdas de la noche. Y te diré que recuerdo que la noche que es agridulce, que la noche es un laberinto y dentro nos sumergimos por un momento que parece no terminar. Te diré que encontré una madeja de hilo para no perderme mas.

Y un día vendré a mirarte al espejo y reconocerme en esa otra que soy yo y se pervierte a si misma en un vestido diferente cada mañana. Vendré a ver tus ojeras moradas y querré tomarte en mis brazos a través del frio cristal. Querré que poses tu cabeza en mi pecho, que es el tuyo y tu te sonaras todos esos litros de lagrimas en esta sabana tan nuestra que es nuestra cama. Porque tu, que soy yo, y yo que soy tu. Nos negamos a bailar, en la misma pieza. Madeja revuelta, callo en el corazón y palabras mudas.

El naufragio III

El Naufragio III

"Nunca te has parado a pensar en el tiempo"-. Así había empezado la primera conversación profunda entre Brenda y Diana. La había invitado a comer en el restaurante chino a la vuelta de su casa, porque siempre le gustaba comer allí cuando no tenia nada en la nevera y no quería comer sola. Le gustaban mucho los chinos, le recordaban a su abuela. Eran corteses y distantes en el trato, se mantenían en una esfera aparte sin nunca revelar ningún otro dato sobre su vida. Brenda se admiraba de esto, pero lo cierto, es que le gustaban las relaciones donde las motivaciones de las dos partes están claras. Diana estaba allí hablándole de velas, de tipos de barcos, de viajes… Brenda la miraba como viéndola por primera vez, porque Diana no hablaba nunca de ella misma… Y ella misma, ¿ Tambien lo hacia?. o solo era consciente cuando los demás eran los que obviaban emociones y sentimientos para de cara al mundo tener una aséptica vida privada.
Nada que contar, es igual a todo me va perfectamente. El mundo me sonríe, mi vida es perfectamente aburrida. ¿Hacia cuanto tiempo que había conocido a Diana? Un mes, quizás un poco mas y que sabia de ella nada. Pero la sentía como parte de ella, como un elemento mas de su vida cotidiana. Ahora estaba presente en cada dibujo que hacia de su barco, en cada momento. Diana era linda, si era muy linda, con unas pestañas enormes con las que barrer a todos los pretendientes que le salían en cada esquina.

- Nunca te has parado a pensar en el tiempo.-

Brenda realmente le hubiera querido preguntar.- ¿No te interesan los hombres?.- Pero no sabia a donde podría llevarla esa pregunta. Pues ella tampoco tenia muy claro su interés por ningún ser viviente con el que no pudiera hablar de su pasión; los barcos. Y Diana era la única con la que podía hablar sin medida sobre este tema y poco a poco, con la confianza habían salido otros temas… Diana le devolvió la sonrisa..

- ¿Por qué lo dices? ¿Es muy tarde?.-
- No, que va, no es por la hora… es porque me da la sensación de que te conozco desde siempre.-
- Puede ser por que a las dos nos apasiona el mar, los barcos y las velas.-
- Si, debe ser eso.¿ Quieres mas vino?-
- Si, un poco.-
- Diana, ¿hay alguien en tu vida que hayas sentido que estaba allí desde siempre y que no sea de tu familia?-
- Si, mi perro…

Rieron las dos, Brenda le empezó a contar que cuando navegas, cada viaje es un nacimiento, una búsqueda, un encuentro y una huida. Y que la memoria del mar y de la luna danzando sobre las olas, se convertían en un fantasma que la perseguía en tierra haciéndolo añorar y desear hasta el dolor, con una ansiedad en aumento un nuevo viaje.

- Estas enamorada del mar.
- Si, un poco.
- Yo, para que veas no navego casi nunca, de la forma en la que tu lo haces que vas sola. Siempre voy en barcos comerciales...

Diana la miro con intensidad y tomo su copa y brindo con ella sonriendo.

- Si me llevas, prometo llevar champán y preparar algo de comer.


Esa noche navegaron por primera vez...