Ese martes por la tarde, todos los alumnos del colegio esperaban ansiosos fuera del recinto escolar. Expectantes y exaltados pues se respiraba el ambiente de pelea en el aire. Se había corrido la voz de que Ambar, la niña salvaje se peleaba con un Elchungo D.
Ambar hacia unos días había empezado a ir a clase, a mediados de curso, pues su familia acababa de llegar de la India. Ambar era una niña de piernas flacas, pequeña, con el pelo corto, rizado y despeinado, que ocultaba debajo de una gorra que le venia grande. Era hija única y su padre que había sido en su juventud boxeador de peso pluma le había enseñado a pelearse si surgia la ocasión de que lo necesitara, cosa que ocurria más a menudo de lo que Ambar deseara. Había cambiado tantas veces de colegio, que ya se conocia los inconvenientes de ser siempre la nueva, la de otro lugar, la rara. Ella no se consideraba una niña cursi, nunca habia jugado a las muñecas, ni habia quien le pusiera una falda. Era rara, lo tenia asumido, ella pensaba que diferente y sobre todo no le gustaba que nadie, y menos un chico le diera ordenes. Por eso aunque nunca empezara las peleas, no dejaba de pelarse... Por eso se habia ganado apelativos como "niña salvaje" , "marimacho" y cosas por el estilo.
Elchungo D , también acababa de aterrizar en el colegio después de su ultima expulsión por llevar dentro de la mochila cartones de tabaco para vender. Era un niño triste, que lo unico que poseia a ciencia cierta era el respeto generado por el miedo de sus compañeros. Vivía solo con su abuela, una mujer mayor descreida de la vida, con muchos años a cuestas como para andar con paciencia, frente a un nieto que le cayo del cielo pues su madre habia desaparecido un buen dia y su padre estaba a buen recaudo en la carcel de Carabanchel. Elchungo D era un niño rebelde de once años que ya sabia mucho de la vida, y que además no había quien le metiera en cintura. Las palizas que le propinaba la señora un dia si y otro también, no hacían sino agriar su temperamento. Cuando llego al colegio, todo el mundo le informo de la gran noticia, había llegado de la India, una niña a su clase, con los ojos verdes achinados que no se achicaba frente a las amenazas y que se peleaba como una leona si alguien la retaba o la insultaban.
Elchungo D, no iba a permitir que una niña y nueva, no le tuviera miedo, así que fue a buscarla en el recreo. Ambar estaba jugando al futbol con otros compañeros, cuando sintio que la empujaban:
- Asi que tu eres china.- Ambar que del empujón se cayo en el suelo, se levanto y sacudió el polvo de los pantalones, lo miro a los ojos y tranquilamente le dijo sin miedo;
- Multiplícate por cero.- Dandose la vuelta y volviendo a cojer la pelota, para seguir jugando.
Elchungo D, no estaba acostumbrado a no infundir temor, por eso se fue detrás de ella:
- Oye mona, vete a tu arbol.-
Ambar ni le miro. Asi que Elchungo D, la agarro de un brazo le grito:
- A la salida te espero, bonita.. que te vas a enterar.-
Ambar sin mirarle le respondió con la misma frialdad que él le hablaba:
-Muy bien, nos vemos a la salida.- Y se fue a clase pues ya sonaba la sirena.
Ambar salió con algunas compañeras de clase, que todavía no habían decidido si hacerse amigas suyas o no. El colegio entero estaba esperando en el parque que quedaba enfrente. Una emoción violenta estaba suspensa como una nube negra sobre la cabeza de todos. Al llegar Ambar, le abrieron paso y se cerro un circul alrededor de ella y Elchungo D. Este último seguia diciendole frases provocadoras y mirandola a los ojos, ella le mantenia la mirada pero no hacia nada. Eran de la misma altura y de la misma edad, Elchungo D quizás un poco mas fuerte en musculatura. Elchungo D, viendo que Ambar no se iba, pero tampoco tomaba la iniciativa, la fue a empujar y ella raidamente le esquivo. el le lanzo un puñetazo y ella lo bloqueo con un brazo, el le fue a dar una patada en el estomago y ella a pesar del dolor, rápidamente le cogió el pie y con el suyo le lanzo una patada al labio de él que empezó a sangrar. Cuando Elchungo D sintio un hilito de sangre caliente que le bajaba por el labio se desconcerto y empezó a lanzar puñetazos al aire como un loco. Ambar bloqueo muchos, otros le dieron de lleno, pero cuando se pelea el dolor pasa a un segundo lugar, pues la rabia te ciega. Y Ambar era demasiado orgullosa como para pensar en el inconveniente de hacerse daño. Ambar también perdió el control, preferiría no pelearse, pero siempre la acorralaban y parecía la única salida posible. Se tiro encima de Elchungo D, para poderle lanzar mordiscos, patadas, le agarro del pelo, se quedo con mechones dentro de los dedos. Elchungo D, nunca se habia peleado con una chica a el a lo sumo le habian dado alguna patada o puñetazos, pero morder, morderle o tirale del pelo nadie lo habia hecho. Su abuela le pegaba con el cinturon o con un palo. Pelearse agota mucho, así que Elchungo D hizo un esfuerzo por quitarsela de encima y la empujo al suelo mientras le decia:
- Mira niñata, ahora ya sabes quien soy yo.- Y se cogio su mochila y se fue.
Ambar se levanto y cogió sus cosas, y también se fue. Las compañeras de clase se fueron con ella en silencio mirandola como si fuera de otro mundo, pero al mismo tiempo orgullosas de que a pesar de la paliza no hubiera dejado de pelearse. Todo el mundo se habia quedado en silencio y los amigos de Elchungo D se fueron con él sin atreverse a decir nada.
A la mañana siguiente todos los profesores estaban al tanto de la pelea, el tutor Don Tobias pregunto al aire:
- ¿Alguien me puede explicar que paso ayer a la salida del colegio? -
Nadie movió ni una pestaña, como si Don Tobias, no supiera que no hay nada peor visto en el mundo que un niño chivato. Así que Don Tobias le pidió a Elchungo D que se acercara a su mesa y dandole una colleja le reprocho:
- No te da verguenza pegarte con una chica.- Y le dio después tal bofetón, que tiro al niño al suelo.
- No le pegue, abusivo.- Le grito Ambar al tutor, Don Tobias que en el fondo no era muy diferente de Elchungo D, no estaba acostumbrado a no infundir respeto y miedo, así que se acerco a la mesa de Ambar y le dio de la misma medicina.
Elchungo D, se habia quedado atonito, nadie en la vida le habia defendido y mucho menos alguien a quien él hubiera pegado antes. Se levanto del suelo, con la cara roja de indignación y rabia contra Don Tobias por humillarle y contra Ambar por defenderle. Nunca más volvio a dirigirle la palabra a Ambar, pero también le advirtio a todo el colegio que nadie se metiera con ella. Aunque no hacia falta, pues no habia un solo niño en el colegio que tuviera ganas de que le metieran un mordisco.