Cuarto de hora en un tren de cercanias

0800h AM.

Es domingo y la estación de Atocha esta casi vacía, la luz de la mañana entra por los ventanales del techo, en el anden 1 de los trenes que se dirigen al norte de la cuidad, hay unos cuantos excursionistas y aquellos con menos suerte que les toca trabajar también los festivos. Juan baja en la escalera eléctrica hacia el primer anden de lejos ve la silueta de una mujer que le resulta familiar. Se acerca con precaución, para confirmar si la conoce de algo.

0810H AM.

Llega el tren que hace la ruta hasta Alcobendas.
Juan sube tímidamente detrás de la mujer, y como por casualidad se va a sentar en el mismo lado del vagón a dos asientos de ella. Ella levanta la vista distraída y reconociéndolo le pregunta:

- Juan, Juan Anselmo?.-


Juan ya viéndola completamente, la reconoce, han pasado muchos años. Es Irma, su vecina del barrio, de su querido barrio perdido, en algún rincón de Guayaquil… allá muy lejos. .

- Irma, vecina, ¿Cómo usté por aquí?

Irma sonríe y abre mucho los ojos, le brillan especialmente

- Pues llegue hace seis meses, me ayudo una prima mía que ya lleva aquí un año. Y como no había que hacer, en guayaquil, mi prima me dijo, vengase que la hermana de mi señora necesita alguien en la casa, que se encargue de la comida, el abuelo y los niños. Tuve mucha suerte. Al segundo dia de llegar ya estaba trabajando.

0815H AM.

Juan la mira de arriba abajo y una sonrisa que le sale desde el alma le ilumina la cara.

- Que casualidad venirnos a encontrar en el tren.-

Irma, le devuelve la sonrisa y se arregla el pelo, el resto del trayecto se contaran una vida y otra y otra….

Cuentos politicamente incorrectos 1



I. Caperucita Roja



Caperucita Roja estaba harta de vivir como siempre le había enseñado su mamá, siempre haciendo lo que la gente esperaba de ella, nunca diciendo una palabra más alta que otra. Así que la mañana que su mama le pidió que le llevara los taper con sopa y cocido congelado para toda la semana a la abuela. Caperucita vio una luz en el horizonte y le respondió feliz a su mama:

- Claro mamí, estoy encantada y feliz de poder ayudarte.- Formula antes aprendida a base de cocotazos que le propino su mama.

Por eso, esbozando su mejor sonrisa, Caperucita espero que su madre se enganchara a la telebobela y se fue con su mochila ha recorrer mundo. Pues Caperucita Roja estaba harta de llevar el peso encima de no solo ser una niña modelo de cuento, sino también de llevar una ropa que no se adaptaba a su estilo.

Así que a media mañana andando por el bosque de la zona rural donde su abuela se alojaba, Caperucita se encontró un perro bastante feo y despeluchado que empezó a seguirla. Ella le grito varias veces:

- Vete, perro, que no quiero hacerme responsable de nadie.-

Pero el perro, no atendía a razones y la había elegido como dueña. Al final Caperucita pensó que era tan feo y despeluchado que le venia muy bien para la nueva imagen que quería llevar. Así que decidió bautizarle, echándole unos trozos de barro y mierda de vaca que se encontró por el camino:

- Yo, Caperucita te bautizo “LoboFeroz”, amigo y fiel compañero.-

Y siguieron los dos de camino a casa de la abuela. Cuando llegaron sedientos, la abuela que tenía una mentalidad mucho más abierta que la madre de caperucita, estaba reunida con todas sus vecinas de sesenta años recordando sus adorados años “hipiies” de los sesenta, haciéndose trenzas en el pelo y masajes en circulo, cantando a cappela y comiendo una tarta de chocolate que a cada bocado se morían tanto de la risa, que se tenian que ir corriendo al huerto y dar una voltereta en el aire.

Caperucita que era de las nuevas generaciones, no entendia tanto alboroto por unas trenzas y una tarta, así que saludo:

- Hola a la concurrencia, la sopa y el cocido de la semana.-

La abuela se levanto y se dirigió a ella:

- ¿Y este perro sarnoso?.-
- Es LoboFeroz, un nuevo amigo.- Respondió Caperucita

La abuela lo miro de arriba abajo y le entro tal ataque de risa, que se tuvo que ir al huerto a dar una voltereta en el aire.

Caperucita viendo que su abuela se pasaba a extremos peligrosos, guardo bajo llave toda la tarta que quedaba, pues sabia que era la única forma de que la abuela y compañía le prestaran algún tipo de atención.

La abuela que sabia que Caperucita siempre se las traía, se había dejado ganar la partida cuando se había ido corriendo al huerto, así que resignada llamo a todo el mundo:

- Chicas, atención¡¡ Que mi nieta a puesto bajo llave con su perro mugroso la tarta de chocolate, así que algo quiere…-

Todas protestaron, pero fueron corriendo a ver que se le había ocurrido a ese monstruo de niña que semanalmente rompía la armonía de su vida en comuna. La abuela la miro a los ojos y le dijo medio divertida, medio molesta:

- Habla, ¿Qué quieres ahora? Chantajista barata….-
- Quiero que me cosáis un traje nuevo, sin caperuza y por favor que no sea rojo. Renuncio, ya no quiero ser más caperucita.-
- Aja¡¡- Dijo la abuela mientras cogía un metro.- ¿Y para lobo feroz no quieres nada?
- Si, quiero que le hagáis un disfraz de conejo rosa.- Respondió Caperucita tan seria que nadie se rió y le empezaron a tomar medidas.
- ¿Y no quiere nada mas, la señorita?- Comento la abuela cuando habían terminado.
- Si, quiero la alfombra voladora y 500 euros.-
- No si tonta no es.- Dijo una de las abuelas.

La abuela de caperucita cogió el primer jarrón que encontró cerca y se lo tiro a la cabeza, la otra abuela que tenía muy buenos reflejos para sus setenta años cogió la escoba y le dio tal golpe que los trocitos quedaron fijados en el techo del salón como si fuera un cielo estrellado.

Al final la antes llamada Caperucita Roja le informo a todas antes de despegar con el también antes llamado LoboFeroz:

- Pues hasta siempre, señoras , desde ahora me rebautizo como Aladina y a Lobo Feroz como ConejoRosa. Nos vamos a recorrer cuentos, pues vivir siempre en el mismo es muy, pero que muy aburrido.-

Las abuelas como ya tenian la tarta de chocolate en su poder, se despidieron de ella haciendo muchas volteretas en el aire y riéndose. Cuando llevaban un rato volando y todavía oía sus carcajadas Aladina antes Caperucita Roja le dijo a ConejoRosa antes LoboFeroz:

- Pero que mal esta la tercera edad.-
- Si, ojala mis bigotes sean como los suyos.-

Respondió conejoRosa, pues con su nueva condición le pegaba un papel con más dialogo.
Los dos se rieron mucho y volaron en zigzag durante toda la tarde.

China¡¡¡¡

Ese martes por la tarde, todos los alumnos del colegio esperaban ansiosos fuera del recinto escolar. Expectantes y exaltados pues se respiraba el ambiente de pelea en el aire. Se había corrido la voz de que Ambar, la niña salvaje se peleaba con un Elchungo D.

Ambar hacia unos días había empezado a ir a clase, a mediados de curso, pues su familia acababa de llegar de la India. Ambar era una niña de piernas flacas, pequeña, con el pelo corto, rizado y despeinado, que ocultaba debajo de una gorra que le venia grande. Era hija única y su padre que había sido en su juventud boxeador de peso pluma le había enseñado a pelearse si surgia la ocasión de que lo necesitara, cosa que ocurria más a menudo de lo que Ambar deseara. Había cambiado tantas veces de colegio, que ya se conocia los inconvenientes de ser siempre la nueva, la de otro lugar, la rara. Ella no se consideraba una niña cursi, nunca habia jugado a las muñecas, ni habia quien le pusiera una falda. Era rara, lo tenia asumido, ella pensaba que diferente y sobre todo no le gustaba que nadie, y menos un chico le diera ordenes. Por eso aunque nunca empezara las peleas, no dejaba de pelarse... Por eso se habia ganado apelativos como "niña salvaje" , "marimacho" y cosas por el estilo.

Elchungo D , también acababa de aterrizar en el colegio después de su ultima expulsión por llevar dentro de la mochila cartones de tabaco para vender. Era un niño triste, que lo unico que poseia a ciencia cierta era el respeto generado por el miedo de sus compañeros. Vivía solo con su abuela, una mujer mayor descreida de la vida, con muchos años a cuestas como para andar con paciencia, frente a un nieto que le cayo del cielo pues su madre habia desaparecido un buen dia y su padre estaba a buen recaudo en la carcel de Carabanchel. Elchungo D era un niño rebelde de once años que ya sabia mucho de la vida, y que además no había quien le metiera en cintura. Las palizas que le propinaba la señora un dia si y otro también, no hacían sino agriar su temperamento. Cuando llego al colegio, todo el mundo le informo de la gran noticia, había llegado de la India, una niña a su clase, con los ojos verdes achinados que no se achicaba frente a las amenazas y que se peleaba como una leona si alguien la retaba o la insultaban.

Elchungo D, no iba a permitir que una niña y nueva, no le tuviera miedo, así que fue a buscarla en el recreo. Ambar estaba jugando al futbol con otros compañeros, cuando sintio que la empujaban:

- Asi que tu eres china.- Ambar que del empujón se cayo en el suelo, se levanto y sacudió el polvo de los pantalones, lo miro a los ojos y tranquilamente le dijo sin miedo;

- Multiplícate por cero.- Dandose la vuelta y volviendo a cojer la pelota, para seguir jugando.

Elchungo D, no estaba acostumbrado a no infundir temor, por eso se fue detrás de ella:

- Oye mona, vete a tu arbol.-

Ambar ni le miro. Asi que Elchungo D, la agarro de un brazo le grito:

- A la salida te espero, bonita.. que te vas a enterar.-

Ambar sin mirarle le respondió con la misma frialdad que él le hablaba:

-Muy bien, nos vemos a la salida.- Y se fue a clase pues ya sonaba la sirena.


Ambar salió con algunas compañeras de clase, que todavía no habían decidido si hacerse amigas suyas o no. El colegio entero estaba esperando en el parque que quedaba enfrente. Una emoción violenta estaba suspensa como una nube negra sobre la cabeza de todos. Al llegar Ambar, le abrieron paso y se cerro un circul alrededor de ella y Elchungo D. Este último seguia diciendole frases provocadoras y mirandola a los ojos, ella le mantenia la mirada pero no hacia nada. Eran de la misma altura y de la misma edad, Elchungo D quizás un poco mas fuerte en musculatura. Elchungo D, viendo que Ambar no se iba, pero tampoco tomaba la iniciativa, la fue a empujar y ella raidamente le esquivo. el le lanzo un puñetazo y ella lo bloqueo con un brazo, el le fue a dar una patada en el estomago y ella a pesar del dolor, rápidamente le cogió el pie y con el suyo le lanzo una patada al labio de él que empezó a sangrar. Cuando Elchungo D sintio un hilito de sangre caliente que le bajaba por el labio se desconcerto y empezó a lanzar puñetazos al aire como un loco. Ambar bloqueo muchos, otros le dieron de lleno, pero cuando se pelea el dolor pasa a un segundo lugar, pues la rabia te ciega. Y Ambar era demasiado orgullosa como para pensar en el inconveniente de hacerse daño. Ambar también perdió el control, preferiría no pelearse, pero siempre la acorralaban y parecía la única salida posible. Se tiro encima de Elchungo D, para poderle lanzar mordiscos, patadas, le agarro del pelo, se quedo con mechones dentro de los dedos. Elchungo D, nunca se habia peleado con una chica a el a lo sumo le habian dado alguna patada o puñetazos, pero morder, morderle o tirale del pelo nadie lo habia hecho. Su abuela le pegaba con el cinturon o con un palo. Pelearse agota mucho, así que Elchungo D hizo un esfuerzo por quitarsela de encima y la empujo al suelo mientras le decia:

- Mira niñata, ahora ya sabes quien soy yo.- Y se cogio su mochila y se fue.

Ambar se levanto y cogió sus cosas, y también se fue. Las compañeras de clase se fueron con ella en silencio mirandola como si fuera de otro mundo, pero al mismo tiempo orgullosas de que a pesar de la paliza no hubiera dejado de pelearse. Todo el mundo se habia quedado en silencio y los amigos de Elchungo D se fueron con él sin atreverse a decir nada.

A la mañana siguiente todos los profesores estaban al tanto de la pelea, el tutor Don Tobias pregunto al aire:
- ¿Alguien me puede explicar que paso ayer a la salida del colegio? -

Nadie movió ni una pestaña, como si Don Tobias, no supiera que no hay nada peor visto en el mundo que un niño chivato. Así que Don Tobias le pidió a Elchungo D que se acercara a su mesa y dandole una colleja le reprocho:

- No te da verguenza pegarte con una chica.- Y le dio después tal bofetón, que tiro al niño al suelo.

- No le pegue, abusivo.- Le grito Ambar al tutor, Don Tobias que en el fondo no era muy diferente de Elchungo D, no estaba acostumbrado a no infundir respeto y miedo, así que se acerco a la mesa de Ambar y le dio de la misma medicina.

Elchungo D, se habia quedado atonito, nadie en la vida le habia defendido y mucho menos alguien a quien él hubiera pegado antes. Se levanto del suelo, con la cara roja de indignación y rabia contra Don Tobias por humillarle y contra Ambar por defenderle. Nunca más volvio a dirigirle la palabra a Ambar, pero también le advirtio a todo el colegio que nadie se metiera con ella. Aunque no hacia falta, pues no habia un solo niño en el colegio que tuviera ganas de que le metieran un mordisco.

Boo el gato paracaidista



Boo quería ser Paracaidista, un sueño un poco difícil de llevar a cabo cuando eres un gato de menos de seis meses de edad. Pues como todos los gatos pequeños Boo, era mimado por su Estefania, que era su dueña, la que le alimentaba, le llevaba al veterinario... su madre adoptiva. Boo se aburría muchisimo todas esas horas solo en su casa, pues Estefania trabajaba fuera de casa. Él soñador miraba al cielo esperando que pasara algún avión, y su pequeña mente gatuna se llenaba de ilusiones. Boo soñaba con ir en veloces aviones, con un uniforme azul y un paracaídas con los colores del arco iris. Seria el mejor paracaidista del mundo, pensaba Boo.

Mucha gente pensaría que “Gato tan tonto”, pero es que la mayoría de las personas mayores piensan que los animales no tienen sentimientos y mucho menos sueños. No saben lo equivocados que están. Pues yo conozco a Boo y a todos los animales de este libro y pongo la mano en el fuego al decir que todo lo que aquí se cuenta es verdad de la verdadera.

Boo, era un gato europeo gris, con el rabo en forma de trueno, los ojos grandes y verdes. Y muchas ganas de jugar y volar. Cuando tenia tres meses vio una película donde el protagonista era un paracaidista que gracias a su valor había recibido muchas medallas y todo el mundo lo aplaudía.