
Ella pestañeo dos veces, antes de levantar la vista y mirarla fijamente. Allí estaba en una mesa, leyendo el periódico como la última vez que la había visto. Los mismos gestos, la misma forma lenta de pasar las paginas. De fijarse más en las fotos que en las letras. Había personas que eran de imágenes. Laura, era una de ellas. Se mordía el labio inferior cuando se concentraba y el café desaparecía hasta que acabara de bucear buscando nuevos tesoros. Cuando termino de repasar las fotos mas llamativas, lo dejo a un lado. Tomo un sorbo de café, haciendo ese gesto tan característico de ella cuando algo no le gustaba. Habían pasado doce años, su cabeza ahora llena de canas y rizos. No se dio cuenta de que ella, estaba solo a tres mesas, observando cada movimiento, como una niña pequeña que ve por quinta vez la misma película de dibujos animados. Allí, haciendo gala de que seguía existiendo, de miles de caminos recorridos... Seguía entera, bella y única. No había sido un sueño, era un recuerdo y era un mundo ya completamente ajeno. Laura, levanto la mirada y con ella recorrió la sala de mesas.
Ella pensó que era el momento perfecto para levantarse y marcharse, antes de que el radar de Laura, volviera a llenar su vida de interferencias emocionales. Se dio la vuelta frente a un espejo justo cuando Laura posaba los ojos en sus hombros. Tomo su chaqueta, se sacudió el pelo. Y no volvió a mirar atrás.
Un café frio en una mesa de mármol en una ciudad vieja, en una cafetería forrada de madera y dejando que se enfriara, Laura, sus labios, sus ojos y su olor llenandolo todo de recuerdos agridulces.
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