la historia de una gata pequeña


Una gata pequeña iba andando por la calle, cuando un perro despistado con prisa la tiro fuera de la foto. Los murciélagos que colgaban de la farola de la esquina se asustaron tanto que salieron volando, volando y volando tan lejos que llegaron a la séptima luna de la constelación de saturno. Allí estaba la pequeña gata sentada mirándose las uñas y deseando tener alas para volver a su pequeña casa azul en mitad de la ciudad. Los murciélagos unieron todas sus alas y le dijeron que posara cada pata en uno de ellos y la barriga en el de en medio.

La noche caía, cuando bajo la luz del semáforo de la esquina la abuela de Inés, vio como descendían volando cinco murciélago, con Azabache la hija pequeña de su gata Amaranta.






_____________Asor Rosa_____*;)

Mujeres enredadas II

Ofelia sufría múltiples neurosis que achacaba a su educación católica en un colegio de monjas, donde lo que no estaba prohibido era malo igualmente. Sentía esa educación, como una maza que le minaba el cerebro y le generaba de vez en cuando grandes dolores de cabeza. Por eso cualquier cosa que la llevara a recordar esos momento de falta de libertad y disciplina férrea, la llenaban de un fuego interno que bien podía explotar en un ataque de rabia, si no ponía el tiempo y el espacio suficiente para separarse de aquello que le habia producido desazón. Sus padres no habían sido menos y dados a castigarla y azotarla cada vez que llegaba una nota de conducta del colegio. Cuando encontraron unas fotos de Ofelia con dieseis años besándose con su mejor amiga, el padre le prohibió volver a hacerlo y para ello, le propino una paliza talque le estuvo doliendo el cuerpo durante varios días. Aparte de que la enviaron a terminar la secundaria en el pueblo de su abuela, mas severa aun que ellos, que la ponía siempre que no estaba en clase, a limpiar la plata y mas cosas sin sentido que templaban los nervios, ya de por si perjudicados de Ofelia. Dentro de ella se fue sembrando un resentimiento frente a todo y con todo, que no le permitía ni siquiera tener una amiga sin pelear y ponerla continuamente a prueba. Por eso, la mañana que le pregunto en mitad de una clase a Aimara, porque solo contaba con documentos antropológicos tan parciales y poco justos. Y sin esperar respuesta, siguió bombardeándola a preguntas. Aimara, se quedo callada… y cuando por fin Ofelia, se callo. Le dijo simplemente:

- Ofelia, si no estas de acuerdo con los contenidos de esta asignatura no estas obligada a venir a clase, son voluntarias, así que ahí tienes la puerta,.

Dentro de Ofelia exploto un volcán y salio corriendo de la clase, sin mirar hacia atrás. Muchas compañeras, ya sospechaban que si no estaba loca, por lo menos era muy rara.

Aimara, odiaba que le llamaran la atención, incluso cuando sabia que la otra persona podía estar completamente en lo cierto. Pero ella era perfeccionista y no podía soportar tener fallos. Sus padres la habían educado con toda la libertad que se puede educar a una hija en un barrio de Madrid durante el franquismo. Su madre, siempre le habia dicho que su carrera profesional era lo primero. Que ella no seria de esas mujeres que se dejan la piel en cualquier trabajo para sacar adelante a sus hijos. Que si algún dia se enamoraba la persona, de la que se enamorara, no importaba su físico tenia que ser inteligente y tener buena conversación, pues no habia nada peor que compartir la vida con alguien que te aburre. Por eso, cuando Aimara les presento a Elena como el amor de su vida, su madre tuvo que recordar sus palabras y en silencio, para si pensó, que dentro de las posibilidades que imagino para su hija, que estuviera con otra mujer no estaba dentro de sus planes. Ella no quería que su hija sufriera y solo habia tenido una amiga lesbiana, que le habia perdido la pista. Sin embargo, pensó, que seria otra de las ideas estrafalarias de Aimara y con el tiempo se le pasaría. Aimara, tenia mucho carácter, y hasta sus padres temían llevarle la contraria, por eso la mañana que Ofelia interrumpió tan groseramente su clase, no quiso escuchar si tenia o no razón. Quiso eliminarla como quien mata una mosca que nos molesta con su zumbido.

Elena, tenia mucha paciencia con Aimara. Pues estaba acostumbrada a las mujeres dominantes. Si hubiera sido un hombre, le habría dicho que correspondía con el prototipo de “calzonazos”. Pero es que a Elena no le gustaba tomar decisiones. Y siempre se sorprendía de cómo hasta el mas mínimo detalle nunca se le pasaba desapercibido a Aimara, mas que molestarle el control y orden que ella ejercía sobre hasta la ultima minucia de su vida cotidiana, ella disfrutaba feliz, acoplándose a una estructura segura donde ronronear y sentirse bien. Sin mas aspiraciones que el paso del tiempo. Elena era la pequeña de seis hermanos varones y su madre habia muerto cuando era muy pequeña. Su padre y si no sus hermanos, le habían concedido todos los caprichos, pero también habían decidido hasta que tuvo los dieciocho años cada paso que daría. Cuando a los veinte tomo su primera decisión de estudiar Ginecología, los siete hombres de su vida vieron una completa lógica, pues quien mejor que una mujer para meterse en asuntos de mujeres. Por otra parte, la primera vez que le vino la regla fue en mitad de la comunión de una prima y tanto su padre como sus hermanos se la llevaron corriendo a casa, pensando que tendría una enfermedad terrible, por mucho que eso le pasara a todas las mujeres. La obligaron a tomar caldos y estar en cama durante una semana. De ahí le habia quedado que cuando notaba que le iba a bajar la regla se metía en la cama de inmediato. Y por mucho que Aimara, le dijera que para ser ginecóloga era demasiado hipocondríaca. Ella miraba para otro lado, tarareaba una canción, cogía un libro y hacia como que leía… hasta que Aimara, la dejaba por imposible y se iba a hacer sus cosas. Lo que mas pánico les daba a su padre y hermanos, era que un hombre le rompiera el corazón o algo peor… por eso siempre le decían que si algún hombre se acercaba a ella, se iba enterar de lo era bueno, que si un hombre le ponía un dedo encima se lo cortarían de inmediato… Por eso Elena, con mucha pena por proteger a los hombres de la ira de su familia. Solo se relacionaba con sus hermanos, padres, tíos primos… pero el dia que se enamoro de la primera mujer y se lo dijo a su padre. Este se quedo callado y lo consulto con un medico amigo suyo, el cual le respondió,”El amor entre mujeres es casto y puro, duermen abrazadas y son compañeras fieles hasta la muerte”. Esta explicación, dejo a todos los hombres muy tranquilos, pues de otra mujer no tenian que temer ni celar a la hermanita de sus ojos.
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_______________________________________Continuará…

Trabalenguas lesbico


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Lola le dijo a Lila que Lula estaba enamorada de Lala y que Lala era la novia de Lulú. Lila tenia sueños eroticos con Lula, pero no se lo habia dicho nunca a nadie. Lulú era la mejor amiga de Lola. Lola queria ser una lesbiana teorica. Lulú creia que Lola era la mujer perfecta.



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___________Asor Rosa

Mujeres enredadas I

Aimara nunca se habia entregado completamente a ninguna mujer. Siempre fue una mujer calculadora, fría, esquiva, bella y asombrosamente inteligente, pero distante y mirando el mundo como al otro lado de un cristal, impasible. Ella pensaba que la gente que sufría por amor, era solo y únicamente ocasionado por un exceso de tiempo libre y una falta de madurez. Para ella sus compañeras habían sido el complemento perfecto para tomar un café y leer el periódico en compañía. Se dejaba agasajar y formar parte del paisaje vital de alguien, siempre que ellas respetaran la sutil línea y no demandaran demasiada atención. Todo habría seguido de esta forma, hasta el momento que Ofelia se cruzo en su vida y rompió en mil pedazos su bien organizado paisaje.

Ofelia, alta, desgarbada, siempre vestida de negro, con un humor ácido y una rabia interiorizada contra todo y sobre todo contra si misma. Ofelia, alumna aplicada. Ofelia, la que siempre se sentaba al final de la clase de Antropología física. Ofelia, la de las preguntas cortas y las intervenciones brillantes. Ofelia la que se acercaba a su despacho con consultas trabajadas y se sentaba a escucharla completamente embelesada. Ofelia, aquella muchacha extraña de un pueblito de Salamanca, con 25 años que competían con los ya 40 de Aimara. Desde el primer momento, en el que Aimara la vio en clase, se sintió incomoda, inquieta. No sabia porque, pero siempre que Ofelia levantaba la mano o aparecía por el umbral de su despacho en la universidad, a Aimara le templaban las rodillas.

Aimara llevaba diez años con Elena, su pareja oficial. Elena era ginecóloga por vocación y sexóloga especializada en sexualidades diversas por afición, y en ello se habia estado especializando en los últimos diez años, pues eran prácticamente inexistentes estudios y publicaciones sobre la búsqueda de placer de sexualidades que se salieran del patrón heterosexual. Como una cosa la habia llevado a otra, también se habia especializado en la investigación antropológica de practicas eróticas a lo largo de los tiempos. Pero su interés y dedicación era siempre teórico, pues en la cama solo alcanzaba el orgasmo con el tribadismo mas común y solo bajo el ritmo de una buena balada de Chavela Vargas o una canción desgarrada de Tracy Chapman. Las bolleras de la vieja escuela eran así, cuantos menos accesorios de tienda o de la frutería mejor. Y no era por falta de conocimiento, sino por un tema de pura concentración. En su vida compartida con Aimara y sus múltiples actividades, militancia, familia… se guardaban su plan fijo de los sábados, cena o cine con culminación amorosa final y como un reloj antes de que dieran las doce campanadas de media noche, dormían como angelitas para disfrutar el dia del domingo dando un paseo o viendo la ultima exposición de arte.

Si a Aimara alguien le hubiera preguntado si amaba a Elena, ella y todas las que la rodeaban habrían dicho que “si”, eran la pareja modelo. El equilibrio entre la vida individual y en común. Si alguien le hubiera dicho a Aimara, que seis meses después de que Ofelia entrara por la puerta de su clase de Antropología Física, la dejaría para siempre y se convertiría en un fantasma ausente y obsesivo para ella. Se habria reido en la cara de esa persona y le habria espetado, que los culebrones son un genero menor de los paises bárbaros y tercer mundistas. Ella, la que se habia mantenido a un margen del deseo y de la vida, nunca habria podido imaginar que las heridas que ocasionaría su deseo por Ofelia en la corteza de su cerebro, solo serian comparables con la exposición de algunas estrellas de mar al sol que al no estar acostumbradas, pierden completamente su color y naturaleza previa para retornar a nuestros ojos con colores mas agresivos y llamativos, que hasta brillan en la oscuridad. Si Ofelia, fue el sol que cegó a Aimara tres meses después, Aimara fue para Ofelia la culminación de una fantasía mas de su cadena de conquistas dentro de las relaciones de poder. No le era indiferente, pero mas habituada a las impaciencias del deseo, la castigaba y la buscaba, para dejarla después con una necesidad real, solo comparable a una deshidratación profunda por falta de liquidos. A Ofelia, le gustaba verse a si misma como agua, como agua que apagaba fuegos, que saciaba sedes, que en tormenta arrasaba y volvía a su cauce, de mujer taciturna y callada. Ofelia tramaba sus conquistas cuidadosamente y si bien Aimara, siempre al otro lado del cristal no se percato. No sucedió lo mismo con Elena, que enseguida vio en la mirada de Ofelia, un pozo oscuro y brillante. La reconoció hermosa y al mismo tiempo peligrosa. Sin embargo, nunca se paro a pensar que una mujer así le robaría el sosiego y cotidianeidad feliz de sus últimos diez años.




_______________________________________Continuara…