Lo invisible

Todo seguia igual, sin embargo ella estaba otra vez volando por encima de su cuerpo, del autobus que la transportaba de vuelta del trabajo a casa... Y los pensamientos cotidianos de las miles de cabezas que se cruzaban con ella.

Podria parecer paradojico y tal vez lo fuera viajar todos los dias cerca de las mismas caras conocidas de desconocidas personas, lejanas pero compartiendo el mismo espacio vital cerrado de un vagon de tren o un bus. Respirando el mismo aire, la energia se enrosca y desenrosca, gira y se mueve de un cuerpo a otro. El calor, los olores... el mismo espacio habitado por telas, bolsos, chanclas, cuerpos y plastico. ¿Hasta que puntos los sueños o anhelos en ese momento no se comparten? ¿Hasta que punto todas las personas en el mismo anden de la renfe, no invocan a la Virgen de los railes, para que hoy otra vez el tren no se retrase, ni adelante... Y si puedes contagiar los piojos ¿por que no los pensamientos?...

¿Me estan escuchando? oigo un suspiro, un estornudo, un ronquido y un beso.

Tengo que tener los ojos abiertos, tengo que tener los ojos abiertos, tengo que tener los ojos abiertos, tengo que tener los ojos abiertos...y tengo q tener...

Enferma de hiperconsciencia del presente, en continuo estado de alerta, he de morirme detras de cualquier esquina. Cada dia es mi guerra privada, sin embargo cada guerra que camino, voy tirando semillas de flores silvestres, voy con escudo de seda, combato con sonrisas y voy bailando mientras camino... Vivo alucinada y demente, dentro de mis propias fantasias, pero me digo de nuevo; tengo que tener los ojos abiertos.

La empatia frente a la burbuja y las dos realidades cohabitando en la misma cabeza, el radar registrando detalles, hipervigilancia la camara del metro graba cada segundo, cada movimiento, mi mirada cada gesto, como un cirujano de sensaciones va diseccionando manos de boca y palabras de emociones. La señora de negro espera una llamada, el señor de la mochila tiene ganas de ir al baño, la mujer del vestido rojo busca un romance, el señor del traje azul busca una madre, la niña de la bicicleta tuvo por primera vez la regla, el abuelo andador va con toda su cuadrilla a Cecedilla. La esbelta rubia, añora ponerse mas tacon y el chico que la observa se imagina flotando con ella en el agua.

Levanto la vista y majestuoso Neptuno se levanta bajo el sol de la tarde con todo su esplendor de dios del mar. Casi sin salir de mi completa fascinacion, le pregunto:
- Hace mucho mucho tiempo que no te veia, ¿Has estado viajando?

Neptuno suelta una carcajada que por un momento, parecia cerrar de nubes con un trueno de tormenta:
- Jajajajaja, nunca me movi de aqui, solo que en los ultimos cuatro años que has pasado por delante de mi, estabas tan segura de que estaré siempre, que para ti era invisible. -

Me quede callada, mientras el 27 seguia bajo las sombras de los arboles del paseo del Prado bajando la calle. No tenia palabras para rebatir lo que era cierto. ¿ Cuantos Neptunos mas habria en mi vida? ¿ Cuantos en la del resto?


Asor Rosa

4 comentarios:

GV dijo...

cuantos... cuantos... l@s q estan y los q no.
Y la mujer del vestido rojo!
Es tan cierto que detrás de los lentes hay más cosas q ver

A. dijo...

si, la mayor parte de las cosas se nos hacen invisibles

el sin libro dijo...

al final, creo yo, entre pestañeo y pestañeo, dejamos pasar parte de la vida. Abrir bien los ojos, estar atento, qué se yo... ir despierto.

Me gustó el texto. Sobre todo esta frase que rescato(y que he pensado también): Y si puedes contagiar los piojos ¿por que no los pensamientos?...

Anónimo dijo...

gracias