La ciudad se diluia bajo la lluvia...




La cuidad se diluía bajo la lluvia. Alejandra desde su cama pensaba en todas aquellas otras tormentas en las que había entretenido las horas muertas acompañada haciendo cualquier cosa sin sentido, pero que daba todo un sentido al vacio que ahora sentía. Ahora estaba sola, con una sensación extraña pegándose a su piel, una mezcla de calor y deseo.

De repente el timbre del telefonillo, la devolvió a la realidad. Alguien volvía a desestabilizar la armonía, de vivir con un universo flotando por encima de su cabeza. Fuera quien fuera tenia la certeza de que Alejandra se encontraba en casa por que no dejo de insistir hasta recibir al otro lado del auricular una voz derrotada.

- Si, ¿quien es?-
- Soy “Yo” - contesto una voz serena al otro lado del telefonillo
- ¿Y que quiere “Yo” hacer en mi casa? .-

Pregunto Alejandra pensando que alguna amiga le estaba gastando una broma.

- Venia a refugiarme de la lluvia o a tomar un té.-

Alejandra, pensando que seguramente era Julia con una amiga en unos de sus jueguitos, abrió tranquila la puerta.
Al parar el ascensor en su piso, Alejandra pudo comprobar que de este se bajo una mujer, sola y que además no conocía. Era alta y su presencia era como un imán.

Alejandra sentía que la misma lluvia que martilleaba fuera estaba dentro del edificio, su mirada se lleno de agua…

Cuando volvió a despertarse había oscurecido y no podría determinar que hora seria. Lo primero que pensó fue que decididamente había estado soñando. Pero al levantar la mirada hacia el balcón allí estaba ella. Miraba al infinito, con una gabardina de hombre que le quedaba grande y con el pelo en una trenza que le caía hasta la cintura.
Alejandra que vivía con un pie en la fantasía y otro en la realidad, no podía evitar que su curiosidad le ganara siempre la batalla a su miedo y se acerco a ella.
Antes de que pudiera tocarle el hombro la desconocida se dio la vuelta y mirándola a los ojos le esbozo una sonrisa:

- Te levantaste por fin, me has dado un susto tremendo.-

Alejandra había escuchado antes esa voz, pero no recordaba a esa mujer. La miro un segundo intentando rebuscar una imagen de ella en su cerebro, pero no encontró ninguna…

- Tu si que has dado una sorpresa tremenda, ¿Quién eres?-
- ¿Y eso importa mucho?-

Le respondió la desconocida desafiándola con una sonrisa y añadió.

- Soy un hada madrina, pideme un deseo y te lo cumpliré.-
- ¿Qué me ha pasado?.-

Pregunto Alejandra, que acababa de acordarse de que se había desmayado.
- Un bajón de tensión, o de azúcar, cosa que no me extraña pues viendo las telarañas de tu nevera, se nota que hace años no vas a la compra y no creo que sea una cuestión de dinero.-

Alejandra empezó a pensar que para ser una alucinación o en el peor de los casos una aparecida era un poco impertinente.

- ¿Y que quieres de mi?-
- Quiero tus sueños, no todos solo los malos.-

Alejandra quiso ir un momento a la cocina porque se estaba mareando de nuevo, pero la puerta ya no estaba allí. Toda la habitación se había derretido y solo quedaban pequeños trozos como fotografías flotando en mitad de la noche. Estaba descalza y bajo sus pies solo tenía tierra. Ahora la mujer estaba sentada en una rama y a veces cuando sonreía en mitad de la noche, solo se alcanzaban a ver sus dientes blancos.

- ¿Cómo te llamas?.-
- Alejandra.-

Se llamaba igual que ella, y su voz era como la de ella, pero como si estuviera grabada por un magnetofón viejo. Por eso le era familiar. Alejandra se acerco a la mujer y le tendió la mano, su mano era igual que la de ella, pero con la diferencia que la otra parecía ser el reflejo de esta en un espejo cóncavo. Ella era la otra y la otra era ella. Por eso la tomo de la mano, la sentó en la tierra, puso su cabeza en su regazo y empezó a hilar un sueño en el cual una araña mágica le tejía todos sus desdoblamientos a su piel y las personalidades que la habitaban volvían a su centro, para no multiplicarse y hacerse en cuerpo presente, que le terminaran de romper le frontera que tanto le costaba mantener entre la realidad y el sueño.
Dentro de la habitación desconchada de Alejandra había un jardín secreto, fuera en la calle, la ciudad se seguía diluyendo bajo la lluvia y el color ocre impregnaba todo con un olor a cuero viejo.

4 comentarios:

tierragramas dijo...

tu cuento es tan mágico. Tan...real al mismo tiempo


esa mezcla está genial.

Saludos

tierragramas dijo...

tu cuento es tan mágico. Tan...real al mismo tiempo


esa mezcla está genial.

Saludos

A. dijo...

Me alegro de que te guste,
me gustan los dias de lluvia...

*;)

Asor

tierragramas dijo...

wow

pues muchas gracias por linkear mi blog.

Yo he andado con poco tiempo para escribir otro relato - y para agregar favoritos a mi blog - pero espero ponerme al día pronto.


Saludos, desde el frío de la Quinta región de Chile.



Kasuro